Prólogo

Sobre la mesa había dos vasos con hielo que luchaba por no derretirse. A ambos lados, a su manera, ellos también lo hacían.

Eran una extraña pareja. O más que extraña, improbable. Sus vidas habían transcurrido por caminos diferentes, como planetas de distintas órbitas que se separan pero que también se acercan hasta casi tocarse, pero que las matemáticas parecen asegurar que no están destinados a colisionar. Por lo menos hasta aquel momento, sobre los taburetes de aquel bar en aquella pequeña isla brasileña.

El bar era bar pero también isla. Una isla de dos náufragos rodeada de un mar de gente celebrando el Carnaval. Gente agolpada en las calles, bailando, cantando, bebiendo y riendo, dejando salir sus esencias más profundas al ritmo de los timbales que marcaban el paso de las escuelas de samba. Beija-Flor y Portela ya habían desfilado y en breves minutos comenzaría el turno de la favorita.

Dentro, un universo paralelo. El reloj se había parado en las 23:31 y el tiempo parecía correr de manera diferente, como sin saber cuanto debía esperar para poder pasar al siguiente segundo. Del exterior, lo único que llegaba eran pequeñas olas de samba que, al traspasar las paredes, se convertían en bossa, al ritmo que marcaban los hielos de sus copas.

Días y noches permanecieron enfrentados: él y ella. Exprimiendo palabras en busca de un significado que ellos no se atrevían a expresar y retorciendo sentidos con la esperanza de captar los mensajes que deseaban percibir. Él hablaba de libros; ella de violinistas; él hablaba de viajar pese a no poder salir del campo de trigo con olor a girasoles en el que llevaba días perdido;  ella le echaba en cara la oscuridad de sus palabras, a pesar de sentirse iluminada por su mirada; él se imaginaba como sería si… ella como sería si no… Dos partidos de frontón, pared contra pared que parecían interminables.

Por suerte para ellos, no se encontraban demasiado lejos. Sólo a una mesa de distancia.

I need you so much closer

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